Sin titulo (texto sin editar)

Diría que esta historia es mía y no faltaría a la verdad, si dejara lo contrario tampoco. Quiero empezar diciendo que erase una vez un joven que vivía en muy muy lejano, porque así se me da la gana de empezar y si a alguien no le gusta que no siga leyendo y punto.
No hay una verdad recurrente ni mediática, pero hay una verdad de todas formas. Un anexo nunca sobra y una metáfora siempre arregla las cosas. Podría decir que su voz es un onomatopeya pero mentiría. Es solo un recuerdo. Lo cierto es que el joven que vivía en muy muy lejano de cuyo nombre no quiero acordarme cabalgaba en un caballo blanco y estaba esperando un beso de una princesa para matar el embrujo, el problema es que en el pueblo no había castillos y lo más parecido era la iglesia del parque que se levantaba en punta hacia el cielo.  Al joven de nuestra historia no le gustaba rezar y menos si era de rodillas, pero cuentan que le gustaba que se arrodillen frente a el, sobre todo si el tenia los pantalones abajo, para que no queden enredados le gustaba que se lo felen, para los que aun no han entendido que se lo mamen. Cuenta nuestra historia que entre los apuros de las hormonas y el alcohol, después de una manitanteada en el baño de un bar de mala muerte donde solo huele a mierda (tal vez porque es un baño), sexo y vomito, los dos querían terminar lo que ya habían empezado, el silencio de las calles anunciaba que ya era muy de madrugada, lo cierto es que tenían ganas.
¿Tienes sitio? Algunos abran hecho o escuchado esta pregunta miles de veces. La respuesta es en mi casa, pero para la historia no aplica la respuesta. No hay mentira que bien contada no se crea, pero en este caso, el joven de muy lejano consideraba que no aguantaba llevarlo a la casa, porque solo quería una mamadita y que luego desaparezca, pagar un hotel, buena idea, el problema fue al retirar el dinero de la cuenta, los bancos por seguridad cierran los cajeros. Una iglesia en el parque mostraba la puerta abierta, con acceso restringido a un área donde los felices se arrodillaban a elevar sus oraciones. Gran idea: arrodillarse Entro primero nuestro protagonista, inspecciono el lugar y luego entro el otro. Un confesionario dejaba una puertita abierta para que el feligrés diga sus pecados así que aprovechando la logística del lugar, hacia lo suyo para venirse en la cara al feligrés que ferviente a sus principios cumplía la penitencia, pero como no hay historia sin problemas, en plena mamada salió el padre a tocar las campanas que ya anunciaban las 6 de la mañana. La sorpresa no fue para el padre, fue para los dos jóvenes, puesto que al ver la escena la sotana se empezó a abultar y sin decir nada, entro al confesionario y empezó a obedecer a dios (con minúscula). Nuestro joven de muy muy lejano esta noche a perdido su virginidad, un padre lo ha partido sin condón y se ha vuelto fiel sirviente del señor. Se rumora que los fines de semana se lo ve entrar a la iglesia ya muy entrada la noche y sale un rato después con una cara de alegría que solo la fe le puede dar.
Reposa en el historial fotográfico algunos registros, lo que pasó después se los contaré en otra historia que a lo mejor lleve por título la desilusión de un padre.

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