Esperando que amanezca para ser felíz

Me he quedado despierto hasta la madrugada. La noche se torna más fría cuando no hay acción. Todas las noches pasa lo mismo. Siempre espero la madrugada. No le temo a la noche pero es una rutina desear que el alba me empiece a recorrer. Siento un frio denso que me penetra y luego un escalofrío de excitación me destiempla desde la corona hasta la planta de los pies. Cada amanecer es diferente en si y por eso lo espero con tanta ansiedad. Anoche no podía hablar mucho contigo por el teléfono pero después me quedé quieto mirando al techo y luego me voltee de lado y veía la ventana esperando que el azabache de la noche se difumine entre trinar de curillos y el onomatopeya del reloj anunciando el tiempo que se ha ido. La otra noche era el viaje programado desde hacía seis meses, un vuelo que me llevaría a la ciudad de ilusiones donde un cuadro desnudo de Caballero en el hotel me recordaría el olor a tu piel canela y el sabor a sexo que probé. Hace más de un año me quede en la misma posición para que luego sean las cuatro de la tarde y te pueda explicar sobre sociedades según el código de comercio y luego ver una película que nunca vi. El fin de semana pasado por el almuerzo ejecutivo con gente de negocios importantes. Hace cinco años por un viaje a la ciudad que me ha enseñado tanto. Hace un mes porque tu estarías conmigo en el mismo examen de japonés. Hace nueve años porque llevaría las argollas de mi hermana. Hace tres años porque celebraría las bobas de oro de mis padres. Anoche me quede esperando porque a lo mejor hoy me saludes. Todas las noches tengo la misma esperanza. Todos los días tengo un deseo. La navidad es fría en esta ciudad. Los regalos son pocos y el árbol es demasiado grande para el espacio que tengo. No tengo otra razón para desear tanto que amanezca más que tus mismos ojos. Deseo…

1 comentarios:

Paola Silva dijo...

definitivamente encantador... me gusta mucho leer lo q escribes...inigualablemente tuyo

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