Palabras sin viento


En un balbuceo de palabras que no son mentira, entre lágrimas y una sensación de dolor y cosquillas, no exactamente en el corazón sino en las tripas, me encontré con una premisa que no se cuan efectiva pueda llegar a ser, pero que por ahora ha resultado. No diré la premisa en aras de no ser recurrente a viejos mandamientos y refranes, pero mi abuela tenía razón. Yo siempre tan afanado por el amor verdadero y hasta soñaba con hadas y duendes que vivían en un hongo y los caballos blancos y bla bla bla. No es cierto que uno se muera de amor. He estado a punto de una crisis cardiorespiragastroentrepiernatoria o algo así, pero no más. No hay verdad sublime, pero tampoco hay mentira piadosa que me pueda alejar de ese sentimiento. Tengo cierto don para descubrir las mentiras y cierto fuego en la mirada que me hace altanero de pronto, cuando las descubro. Ese amor de tres años en pareja y un año detrás ha dejado secuelas en mis tripas: una gastritis que de ahora en adelante se puede volver cáncer. Fueron días enteros de hacer como si no entendiera nada, de no aceptar la cruda verdad que se consumía entre ollas de esparragos hirviendo. Soy demasiado efímero de pronto, demasiado viento y silencio, demasiado hielo febril… Hoy digo que he aprendido a vivir sin ti. Que la peste me ha enseñado a ser inmune y que ahora mis abrazos pueden ser tan fríos como los que nunca te di. Es verdad que respiro por la herida, porque aunque se curen, quedan las cicatrices, pero ya no duelen, ya no expiden pus, ahora expiden esta sensación de paz que siento, esto que me hace feliz de pronto, esto que me enamora otra vez: mi vida.

0 comentarios:

Publicar un comentario